En aquella esquina estaba esa niña,
Esa niña dulce,
extrovertida, alocada y risueña,
Alejada de todo, de lo que había pasado
y lo que la
quedaba por pasar.
Su infancia llena de juegos y sonrisas,
de sueños, esperanza y ganas,
ganas diversas de comerse el mundo,
Un mundo que no estaba a su favor.
Su adolescencia oscura como su cabello,
Idas y venidas como la altura de la montaña rusa,
Millones de palabras por querer decir y todas escondidas,
Escondidas en la oscura mente que la consume.
De su futuro ansiosa por descubrirlo,
No tiene nada decidido pero tiene claro,
Que la quedan miles de aventuras por vivir.